Estación de Francia
ESTACIÓN DE FRANCIA
Nuestra visita comienza en la estación de Francia justamente aquí es donde a medianoche con un maletón lleno de libros llega Andrea a Barcelona, empezando así su aventura en la ciudad condal.
La joven Andrea, de tan solo 18 años, termina su primer viaje sola. Aún así, no estaba asustada: Por el contrario, le parecía una aventura agradable y excitante aquella profunda libertad en la noche. La sangre, después del viaje largo y cansado, le empezaba a circular en las piernas entumecidas y con una sonrisa de asombro miraba la gran estación de Francia y los grupos que se formaban entre las personas que estaban aguardando el expreso y los que llegaban con tres horas de retraso.
Desde el primer momento, Andrea se percató del olor especial, el gran rumor de la gente, las luces siempre tristes tenían para ella un gran encanto, ya que envolvían todas sus impresiones en la maravilla de haber llegado por fin a una ciudad grande, adorada en sus sueños por desconocida.
Un aire marino, pesado y fresco, entraba en sus pulmones con la primera sensación confusa de la ciudad: una masa de casas dormidas; de establecimientos cerrados; de faroles como centinelas borrachos de soledad. Una respiración grande, dificultosa, venía con el cuchicheo de la madrugada. Muy cerca, a su espalda, enfrente de las callejuelas misteriosas que conducen al Borne, sobre su corazón excitado, estaba el mar.
Aunque actualmente la estación de Francia solo se utiliza para conectar Barcelona con el resto de las estaciones de Cataluña, en la época de Andrea esta era una de las más grandes y concurridas del territorio español.
Con motivo de ofrecerle al resto de Europa una estación moderna que sirviese como conexión directa con la ciudad de Barcelona se inauguró en 1929 una nueva estación amplia y con techos arqueados metálicos a la que se bautizó como estación de Francia.
Incluso durante la guerra civil, la estación ofreció una vía de escape directa hacia Europa para todo aquel que lo necesitara aun siendo dañada por varios bombardeos que la dañaron parcialmente obligando a reconstruir algunas zonas de la terminal principal.
Por ende, la joven Andrea, seguramente se hubiera topado a su llegada, con alguna zona demacrada por la guerra.